martes, 15 de octubre de 2013

CHICHA


Cuando en Arequipa ondea un pendón colorado sobre una puerta abierta, los mistianos sabemos que somos bienvenidos porque las tinajas están rebosantes de chicha. Su preparación no es cosa de coser y cantar, como se prepara cualquier chicha en cualquier lugar del mundo.
Los arequipeños se dan el lujo de preparar esa bebida roja, fuerte, dulce y amable; a partir de un tipo de maíz crecido en unos primorosos poyos y guardado de la luz con la mezcla perfecta de temperatura y humedad. Por eso, la chicha en nuestra ciudad no es de jora, como usualmente cree la gente, es de guiñapo y eso la convierte en una bebida única en sabor y en tradición. 
En estas fiestas arequipeñas, un grupo de ciudadanos amantes de su patria chica, organizaron un festival que desbordó largamente cualquier previsión. 
Decenas de picanterías de fama comprobada y sazón exquisita se agolparon a la sombra de la catedral e inmediatamente miles de personas, arequipeños y del resto del mundo; se lanzaron a conseguir los aromáticos potajes que veían salir de las manos de las picanteras sabias en bullanguero y colorido caos.

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