martes, 26 de marzo de 2013

Nuestra 16 va. Edición


Yanahuara



A 2 km del centro, cruzando el río Chili
Desde este barrio se obtienen las mejores vistas de la ciudad. En su plaza de armas, rodeada de arquerías de sillar con vista al Misti, usted encontrará el templo de San Juan Bautista, que data de 1750 y posee una admirable fachada de corte mestizo.

Bahía Honoratos



Al sur de la playa de Quilca (a las afueras de Camaná) y al norte del puerto de Matarani, se extiende una zona de costa casi virgen, poblada por caletas naturales y ensenadas perfectas de agua calma y transparente. Las rocas de granito y los cerros de arena volcánica confieren a esta región una encanto todavía más especial.

Se trata de las playas escondidas de la costa arequipeña. Una de ellas, conocida como bahía Honoratos, destaca por su belleza: compuesta de dos pequeñas playas de arena que rematan una ensenada profunda y resguardada del viento. Justo al sur se encuentra la punta guanera de Hornillos, refugio de la abundante fauna marina local. Si quiere disfrutar de una aventura marina inolvidable, no deje de visitar este rincón del sur.

miércoles, 20 de marzo de 2013

El sur existe: ruta Nazca - Arequipa - Tacna



Un viaje largo y algo pesado para aquellos que no están acostumbrados a largas jornadas por el desierto, pero plagado de atractivos que pueden convertir el viaje en una experiencia única y divertida. Carretera en excelente estado de conservación y adecuada señalización. Recomendamos revisar los niveles de su vehículo (agua y aceite), llevar agua y algo de alimentos, y partir temprano de Nasca.
NASCA-AREQUIPADistancia: 564 km 
Tiempo estimado: 7 a 9 h 564 km de carretera asfaltada

  • La ciudad de Nasca se encuentra en el km 448 de la Panamericana Sur.
  • 450 Desvío 
     a la Reserva Nacional Pampa Galeras Bárbara D'Achille (100 km, 1 h 30 min). Esta vía prosigue hacia Puquio para continuar hasta Challhuancay la ciudad de Abancay (a 460 km de Nasca). Desde ahí, todo el recorrido hasta elCusco (unos 660 km más) es asfaltado.
  • 452 Aeropuerto de Nasca, desde donde parten las aeronaves que realizan los sobrevuelos a las famosas líneas de Nasca.
  • 453 Desvío 
     al sitio arqueológico de Cahuachi.
  • 461 Caserío de San Luis de Pajonal.
  • 462 Desvío 
     al albergue Wasipunko.
  • 467 Segundo desvío 
     a Cahuachi.
  • 468 Quebrada Porosa.
  • 469 Desvío 
     al cementerio precolombino de Chauchilla (7 km). Hemos dejado atrás el valle de Nasca. Desde aquí la ruta se interna en el desierto con rumbo a las extensas pampas de Marcona.
  • 488 Luego de una zona de curvas algo cerradas, aparece el primer desvío 
     aPunta San Juan de Marcona.
  • 524 Segundo desvío (ramal sur) al puerto de Marcona.
  • 533 Desvío 
     al balneario de Lomas (9 km por carretera asfaltada), una parada casi obligada al viajar por los desérticos parajes del sur.
  • 545 Continuando hacia el sur encontramos los arenales de Sacaco (km), el cementerio de ballenas prehistóricas más grande del mundo.
  • 555 Desvío 
     a las localidades de Acarí y Bella Unión, apacibles pueblos de agricultores famosos por sus frijoles y olivos.
  • 559 Pueblo de Chaviña cuyo nombre, derivado de la expresión «mucha viña», hacía honor a los extensos sembríos de vid del lugar (hoy desaparecidos).
  • 571 Estación de peaje.
  • 572 Luego de una curva pronunciada, nuestra vista se deleita con el imponente olivar de Yauca. El pequeño valle, dedicado por completo a la producción de aceitunas y aceite de oliva, constituye una parada obligada en la ruta. En el lugar es posible adquirir también pan casero y camarones frescos. Desde Yauca se vuelve a ascender al tablazo desértico.
  • 583 La ruta se aproxima una vez más hacia el mar y, luego de una larga recta de médanos que invaden con frecuencia la carretera que corre paralela a la playa, se llega a Tanaka, un pequeño balneario que permanece abandonado durante gran parte del año. En esta zona, las tormentas de arena son tan frecuentes que las ventanas de las casas suelen estar tapiadas.
  • 593 Desde la ventosa Tanaka la ruta asciende por una cadena de montañas pulidas por la erosión (Morro Chala), rezago de la antigua cordillera de la Costa. Anexo de Santa Rosa de Atiquipa.
  • 596 Una pequeña cabaña a la derecha marca el desvío a la pedregosa playa deSilaka, ideal para acampar.
  • 600 Lomas de Atiquipa, las más extensas del Perú, fuente de recursos para ganaderos nómadas desde tiempos inmemoriales.
  • 601 Poblado de Santa Rosa de Atiquipa.
  • 602 Playas de Jihuay (junto a los restos de la ciudadela preincaica de Ayparipa), Moca, Cascajal, Champeque y Los Lobos.
  • 610 Un discreto letrero anuncia el desvío a la playa y hotel de Puerto Inca.
  • 620 Puerto de Chala, otrora importante zona de trueque y comercio de productos provenientes de la sierra sur.
  • 630 Desvío 
     a las localidades de La CierpeCháparra y Quicacha. Esta ruta serrana asciende hacia el este permitiendo llegar a la bella laguna de Parinacochas (aprox. 200 km) y el poblado de Cora Cora, en el departamento de Ayacucho.
  • 634 Una zona de curvas precede un nuevo descenso al litoral, que se muestra en forma de una extensa playa arenosa ideal para la pesca de lenguado.
  • 653 Caleta de Puerto Viejo, seguida de varias playas de gran belleza.
  • 685 La ruta muestra curiosas formas en las rocas de granito al lado izquierdo de la carretera. La extravagancia de tales diseños llega a su esplendor en el lugar conocido como La Virgen, en honor de una roca tallada por la erosión.
  • 693 Playa y caserío de Chorrillos Alto.
  • 699 Puerto de Atico, que posee una fábrica de harina de pescado y una punta guanera.
  • 709 Desvío 
     a Caravelí y pueblo de Atico, un lugar ideal para recargar combustible y hacer algunas compas. Recomendamos el restaurante Don Oscar, ubicado al lado mismo de la carretera.
  • 711 Estación de peaje. La ruta deja Atico y prosigue junto al litoral mostrando una serie de bellas playas (la Florida, los Colorados, el Pato) con infinidad de puntas e islotes concurridos por los marisqueros. A partir de esta zona encontramos cactus del género Islaya desperdigados en los cerros, algunos casi en la orilla del mar en medio de los pedregales.
  • 741 Dejamos la orilla para ascender hacia una gran duna que parece estar recostada sobre la ruta. Se trata de Cerro de Arena, campamento instalado por el sistema de mantenimiento de carreteras para controlar los continuos deslizamientos a causa del viento. Un nuevo descenso nos lleva hacia una zona de playas de roca y acantilados, mientras se extiende, al este, la gran pampa deIndio Viejo.
  • 757 Valle de Pescadores, dedicado a la siembra de frijol, olivo y pallares. En el extremo sur de su amplia playa se encuentra Punta Perica, un buen sitio para acampar.
  • 762 Centro pesquero industrial de La Planchada y luego un tramo de curvas y acantilados cortados a tajo con vistas impresionantes del océano.
  • 784 Valle de Ocoña, un verdadero alivio en la desolada costa sur. Ocoña, tierra de arrozales y de pallares, cuenta con un puerto (en realidad, una playa amplia y pedregosa) donde habitan algunos pescadores artesanales. La vista del delta del río mientras se desciende al valle es por las tardes, sencillamente, hermosa.
  • 790 Desvío 
     a Cuno Cuno (67 km).
  • 798 Desvío 
     al balneario Caleta del Inca.
  • 810 La carretera se interna de forma progresiva en la pampa La Yesera para, de pronto, volver al litoral en la zona de La Chira. Desde aquí se prosigue a través de una zona de acantilados bordeados por el desierto (pampas de El Huevo) hasta ingresar a las tierras fértiles del valle de Camaná. Aparece entonces el puente sobre el río (también llamado Andamayo, Majes o Colca, según su altitud) y un caserío con algunos restaurantes especializados en camarones (Sr. Hans y El Mirador).
  • 828 Caserío de Pucchón.
  • 840 Los arrozales anuncian la llegada a la ciudad de Camaná.
  • 851 Saliendo de Camaná la carretera atraviesa una serie de playas de arena (en realidad, una gran playa dividida en balnearios muy concurridos por los camanejos y arequipeños durante el verano: La Punta, Los Cerrillos, Primavera, Las Brisas, Las Cuevas, entre otras.
  • 852 Desvío 
     al puerto y caleta de Quilca (32 km).
  • 853 Estación de peaje.
  • 902 Pampa y valle de Aplao, luego de ascender a la conocida “cuesta del toro”, un ascenso serpenteante de 15 km. Continuando con la ruta hacia Arequipa ingresamos a las extensas pampas de Majes, donde es posible observar los campos de alfalfa, cebolla y quinua bajo riego tecnificado y numerosos rebaños de vacas Holstein dedicadas a la producción lechera.
  • 921 Localidad de Tambillo o El Alto. Aquí parte un desvío 
     a Huambo,Cabanaconde y el Valle del Colca.
  • 938 Valle de Sihuas.
  • 955 Desvío al valle de Vítor
     Desde aquí se asciende otra vez (deténgase a observar unas pinturas rupestres en el km 958).
  • 964 Desvío 
     a La Joya.
  • 968 Cruce de la vía férrea a Matarani.
  • 974 La Repartición. Desde este importante nudo de caminos, es posible seguir hacia Mollendo y Tacna 
     o ingresar a la ciudad de Arequipa (39 km más, tomando la variante de Uchumayo).
REPARTICIÓN-TACNADistancia: 365 km 
Tiempo estimado: 5 a 6 h 365 km de carretera asfaltada



  • 982 Localidad de San José y cruce de la vía férrea.
  • 988 Una importante divisoria de caminos: la ruta a la derecha conduce, siguiendo el llamado Tramo Guerreros, hasta los puertos de Matarani e Islay. Matarani es el puerto nuevo, e Islay, el antiguo. Esta misma ruta permite acceder a la ciudad de Mollendo y, algo más al sur, al balneario de Mejía, el predilecto de los arequipeños, así como a algunas playas de gran belleza (QuilcaPunta HornillosLa HuataSan José). La ruta a la izquierda, por su parte, permite continuar hacia Moquegua.
  • 994 Caserío de San Camilo, ubicado en el corazón del proyecto de irrigación La Joya.
  • 1.000 Estación férrea de San Camilo.
  • 1.004 Base La Joya de la Fuerza Aérea del Perú. La ruta discurre a través de la enorme y plana pampa Camaroneros, una suerte de meseta cubierta de arenas de singular color cobrizo. El desierto nos acompaña hasta el empinado descenso de casi 1.000 m hasta el valle del río Tambo.
  • 1.046 Desvío 
     al pueblo de Cocachacra.
  • 1.049 Desvío 
     a Mollendo y Matarani.
  • 1.062 Entre cerros poblados por cactus Islaya llegamos a la pequeña localidad de El Fiscal, una zona agrícola dedicada al cultivo de papa, alfalfa y cebolla. Aquí funciona una estación de peaje y buenos restaurantes que sirven camarones. Compre una bolsa de chicharrón y mote que le ofrecerán las vivanderas del lugar.
  • 1.079 Un tramo árido y desolado que asciende paulatinamente otros 1.000 m, entre colinas de roca y los extensos arenales de la Pampa Clemesi.
  • 1.081 Una pequeña quebrada marca el ingreso al departamento de Moquegua.
  • 1.118 Pampa de Las Zorras y una zona de curvas que marca el inicio del descenso al fértil valle del río Osmore.
  • 1.147 Puente Montalvo, sobre el río Osmore.
  • 1.148 Desvío a Moquegua 
     (6 km). La ruta a la derecha permite continuar hacia Ilo y Tacna.
  • 1.150 Tienda de quesos La Bodeguilla, famosa en la zona.
  • 1.152 Bodega Biondi, uno de los principales productores de piscos del país.
  • 1.159 Desvío 
     de tres kilómetros a la localidad de El pacae.
  • 1.185 Primer desvío 
     al puerto de Ilo (52 km). Para seguir a Tacna, tome la ruta a la izquierda. Desde esta parte del camino es posible apreciar, en días despejados, las imponentes cumbres de la cordillera El Barroso, al este. Aquí los Andes se encuentran mucho más cerca de la costa que en ninguna otra parte del país.
  • 1.189 Paso a nivel de la vía del ferrocarril que une el puerto de Ilo con las minas de Toquepala y Cuajone.
  • 1.194 En medio de la Pampa Colorada, está el desvío 
     a Ilo. Ingresamos a las extensas pampas de Jahuay.
  • 1.211 Desvío 
     a la mina de Toquepala (60 km) y el control aduanero de Camiara. Hemos ingresado al departamento de Tacna.
  • 1.217 Cruzamos el angostísimo valle del río Locumba y el desvío a la playa y poblado de Ite.
  • 1.220 Puente Camiara que sirve de ingreso 
     a la localidad de Locumba (13 km). Esta ruta asciende hasta la laguna Aricota (2.783 msnm), el poblado deCandarave (3,415 msnm) y el hermoso lago Suches (4.750 msnm), para llegar, finalmente, Puno y Desaguadero (frontera con Bolivia).
  • 1.222 Villa Militar El Edén y base del Ejército Peruano.
  • 1.245 Desvío 
     a Shintari.
  • 1.261 Desvío 
     a Las Yaras.
  • 1.262 Desvío 
     a Sama.
  • 1.263 Desvío 
     a Inclán y Coruca.
  • 1.264 Control de aduanas de Tomasiri.
  • 1.292 Desvío al Alto de la Alianza, en medio de la pampa de Lagayache.
  • 1.298 Ciudad de Tacna y fin de la ruta.

Puerto Inka



Para muchos, la playa es más bella del sur peruano. Formada por un par de pequeñas bahías separadas por un promontorio rocoso, posee un mar limpio y siempre calmo, ideal para los niños. Excelente pesca y buceo, en especial en la zona sur.

Este lugar, conocido con el nombre de Quebrada de la Huaca o de la Vaca, fue antaño uno de los puntos elegidos por los incas para proveer de pescado fresco al soberano del Cusco. En sus inmediaciones aún es posible encontrar restos del camino inca empedrado (una vereda de piedra laja de cuatro metros de ancho en buen estado de conservación) que unía la costa con la sierra, además de abundantes collcas o depósitos y construcciones de piedra. Algunas de ellas se ubican a escasos metros de la orilla, lo que constituye una visión raramente encontrada en el resto de la costa. Los cerros que rodean la playa fueron alguna vez campos de pastoreo de grandes rebaños de llamas de carga o puntos de producción de productos vegetales, lo que se evidencia en los abundantes vestigios de andenería hallados en las cercanías.

ACCESO
Se accede a Puerto Inca tomando un desvío afirmado de 3 km que parte del km 603 de la Panamericana Sur y desciende por una estrecha quebrada. En el lugar existe un pequeño pero acogedor albergue para visitantes que cuenta con bungallows frente al mar, piscina, restaurante y embarcaciones de alquiler (kayaks y motos náuticas). Aunque desconocida para la mayoría de limeños, esta playa es un destino obligado de los grupos de turistas que recorren la costa a bordo de vehículos tipo Overlanding.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Convento Santa Catalina

Construido entre 1715 y 1723, el claustro mayor del convento de Santa catalina es el espacio más amplio de la ciudadela.

Arequipa de sabores



Tierra de volcanes y una prolija campiña que se resiste a desaparecer devorada por una ciudad en constante expansión, Arequipa es la capital mundial del camarón, un crustáceo digno de mesas de reyes que sobrevive estoicamente en los ríos del sur a pesar de los excesos extractivos de las últimas décadas.

La culinaria arequipeña tiene su origen -y su presente- en las proverbiales picanterías de los barrios tradicionales, enclave de sarzas, ocopas, celadores, encebichados y cremas de lujo que acompañan adobos, fritos y chupes capaces de doblegar a la mayor de las nevadas. Su gastronomía es tan importante en el diario vivir de sus habitantes que para algunos el cráter del Misti debería ser, en realidad, una hornilla gigante donde se cocinen los potajes más sabrosos. La culinaria arequipeña tiene tantos términos que se necesitaría un diccionario completo para explicarlos. Aquí se desayuna con adobo arrocotado y pan de tres puntas remojado en ese jugo de aroma intenso que brota del chancho bien aderezado; se comienza cualquier comida con un escribano y se termina con queso helado, todo bien regado por chicha de primera; se disfruta la fragante papayita arequipeña y las peritas de estación, mientras se mantienen platillos de estirpe casi olvidada, como la timpusca, una sopa a base de cordero, papas, pera y cochayuyo, que es cada vez más difícil de hallar.

Sin embargo, las estrellas de la culinaria del sur son las picanterías. éstas, por definición, son aquellos lugares donde se preparan potajes en fogón a leña (antes se empleaba yareta, hoy casi desaparecida), se vende la chicha almacenada en chombas de barro y se sirve en mesa grande -que se comparte con los demás comensales. 

Las picanterías arequipeñas representan, sin lugar a dudas, la esencia de la culinaria regional del Perú.

Aquí la tradición se une con las técnicas ancestrales para lograr platos de calidad dignos de la mesa del gourmand más exigente: cremosas ocopas, suculentos chupes y caldos, desconocidos civinches y rocotos endiablados. Todas se ubican en los más tradicionales barrios de la ciudad (Sachaca, Cayma y Yanahuara) y emplean al camarón como la base de sus platillos más exquisitos. Aquí los platos -llamados localmente ‘almuerzos’-, cocinados en ollas de barro y servidos al mediodía, tienen días específicos para su consumo: los lunes se dedican al chaque de tripas de cordero; los martes al chairo (una sopa espesa con verduras, tubérculos y carne de res); los miércoles son de la chochoca o el rachi de pancita; los jueves es turno del menestrón; los viernes del chuño o chupe de camarones; los sábados de la timpusca o puchero; y los domingos del pebre (caldo de lomo de cordero) y del clásico adobo (guiso de carne de cerdo en chicha de jora).

Una de las características que identifica a las picanterías es la ausencia de aderezos químicos (o sazonadores) en sus platillos. Aquí se emplean sólo productos naturales, los que se muelen empleando antiguos batanes de piedra, heredados por las mujeres a lo largo de incontables generaciones. Este es el territorio sagrado de cuyes que corren como juguetes de cuerda entre los porongos de chicha de jora y garrafas de anís para ‘bajar’ las comilonas. Un dato: en las picanterías se almuerza... aunque sea las diez de la mañana, se come ‘picantes’ desde las cuatro de la tarde y se desayuna con adobo los domingos. Todo acompañado del tradicional llatan o rocoto picado con cebolla, ajos y huacatay.

viernes, 8 de marzo de 2013

Arequipa: ¿valiente y combativa?




¿Fue Arequipa el caudillo colectivo del país? ¿Fue en verdad revolucionaria? ¿Por qué razones lucharon? Son algunas interrogantes que nos plantea el carácter telúrico de los arequipeños, pero también la leyenda romántica de Arequipa.


Escrito por Mario Rommel Arce Espinoza

Arequipa acaba de cumplir 468 años de fundación española, desde que Garcí Manuel de Carvajal el 15 de agosto de 1540, funda la Villa Hermosa de Arequipa en la actual Plaza Mayor de la ciudad.
Sin embargo, al respecto vale la pena hacer un ejercicio de interpretación histórica para entender mejor el significado de lo arequipeño, que en principio denota exclusividad. ¿Qué es entonces lo arequipeño? Las costumbres y tradiciones propias de Arequipa. Por el contrario, no es arequipeño lo foráneo. Esto quiere decir que el sentido de lo arequipeño tendría una connotación excluyente que no comprende a los inmigrantes que fueron llegando sucesivamente a la ciudad.
Pero lo arequipeño desde cuándo existe. ¿Es acaso un fenómeno reciente, que responde a un exacerbado sentido de pertenencia regional? Así es. Arequipa se reinventa a sí misma y comienza a construir la imagen de leyenda que hoy conocemos.
En la República cobra un protagonismo que no alcanza en el periodo colonial, donde fue leal a la corona española. La reacción al título de “fidelísima” fue ese acendrado fervor republicano de los primeros años de vida independiente.
Un icono que simboliza el espíritu contestatario que se atribuye a los arequipeños fue, sin duda, Mariano Melgar.  Su figura restablecida en este periodo, será en el ideario popular un símbolo de lucha contra la opresión. A partir de entonces nace la idea del caudillo colectivo de Arequipa.
El Deán Valdivia comienza su historia de las revoluciones de Arequipa en 1834, con el pronunciamiento del general Nieto contra el golpe militar de ese año, ocurrido en Lima. Surge así la leyenda de la ciudad caudillo, que en aquella oportunidad se constituye en defensora de la legalidad.
Se aprecia así que la bandera de lucha de los arequipeños fue la defensa del orden legal. Se asocia esta idea, también, con la defensa de la Constitución.
La Constitución se convierte en un texto redentor de los problemas del país. Y no era extraño que fuera así. En ella, por primera vez, se reconocen los derechos de la persona. Sobre todo los proclamados por la Independencia Norteamérica y la Revolución Francesa.
El cambio de súbdito a ciudadano pasa por el reconocimiento de una serie de derechos, que ahora está en aptitud de poder ejercer, sin más limitaciones que ley misma. Esa nueva condición otorga a los ciudadanos una participación más activa en el proceso político del país. Ahora la protesta, como una nueva práctica política, excita las pasiones de los caudillos locales, pero también mantiene inestable el régimen político.
Recordemos que hasta antes de proclamarse la independencia, el peruano era súbdito del sistema colonial. Con la República, surge el ciudadano y la opinión pública se convierte en un mecanismo de protesta para defender la libertad.
La patria nace con las nuevas nacionalidades y se identifica con el lugar donde se ha nacido. Hay un sentimiento de pertenencia,
Es recurrente entre los caudillos militares de la época invocar los sagrados intereses de la patria para justificar un movimiento popular. En esa línea, el caudillo asume un carácter redentor de los males del país, que intenta poner orden y revertir la situación anómala existente. Pero, al mismo tiempo, se advierte una situación contradictoria. Se busca restablecer la legalidad, aunque a través de la rebelión.
Pero fue realmente revoluciones, o de qué estamos hablando. Creo que el término revolución que acuñó el Deán Valdivia en sus memorias, para referirse a los movimientos populares ocurridos en Arequipa en el siglo XIX, fue una expresión hiperbólica del autor, que en mi opinión quiso reforzar la leyenda revolucionaria de Arequipa.
Fueron en realidad rebeliones, movimientos populares de protesta, pero que nunca se plantearon la posibilidad de cambiar el sistema vigente. Se trataron más bien de facciones en pugna, que representaron diversos intereses y formas de concebir el sistema republicano.
Cuando redoblaban las campanas de la Catedral, los artesanos salían a las calles a preguntarse por quién peleamos. Lo que significa que lo hacían por caudillos locales y los ideales de lucha que estos representaban.
Basta mencionar el libro “Las Revoluciones de Arequipa” del Deán Juan Gualberto Valdivia. En él su autor refiere las hazañas del pueblo arequipeño: defendiendo la legalidad, como en la revolución de 1834; reaccionando ante la amenaza de la implantación de la tolerancia de cultos, como en las revoluciones de 1856 y 1867, o apoyando las causas nacionales, como en las revoluciones de 1854, 1865 y 1868.
Por ejemplo, en Arequipa, ante la amenaza de la implantación de la tolerancia de cultos, los vecinos de la ciudad emiten un acta de protesta, con más de 10 mil firmas en la cual alertaban al gobierno sobre la protección del catolicismo que se merecía cuidar en la Convención.
Arequipa se negó a jurar la Constitución de 1856, y dando vivas a Jesucristo se sublevó con el general Vivanco a la cabeza. ¿Cómo entender esta postura de los sublevados? De hecho el argumento religioso presidió el marco del levantamiento pero, como dice Fernando Armas Asín, fue un conjunto de elementos los que se juntaron para esto: el centralismo limeño, su excesivo protagonismo, los ataques a la religión, y en general el carácter profundamente antiliberal que unía a los elementos sublevados.
En esa línea, la Constitución de 1867 no llegó a ser jurada en Arequipa, pues fue quemada públicamente en la ciudad conservadora y rebelde.
Caso especial reviste la relación entre Vivanco y Arequipa. Por años la ciudad caudillo confío su liderazgo en el general Manuel Ignacio de Vivanco, que no era precisamente arequipeño. La fidelidad hacia él se explica en que supo interpretar los intereses de los arequipeños, desde la época en que fue prefecto del departamento. Y aunque antes luchó en contra de la Confederación Perú - Boliviana, siendo prefecto "restauró varias políticas fiscales de esta última que habían beneficiado a Arequipa". (CHAMBERS, Sarah). Se ganó así la adhesión del pueblo arequipeño, que desde entonces habrá de seguirlo en todas sus aventuras revolucionarias.
Fue con motivo de la dación de la Constitución de 1856, que el pueblo de Arequipa confió a Vivanco el liderazgo de la revolución que ella dio inicio.
Las adhesiones a la causa erigida en Arequipa no se hicieron esperar, y así se identificaron con este movimiento la provincia de Moquegua, uno de cuyos distritos, Puquina, en acta que se insertó en el periódico oficial rotulado "El Regenerador" y que se publicó en nuestra ciudad, lamentó que Castilla haya secundado las medidas impías adoptadas por la Convención Nacional a través de la Carta del 56, así mismo, la villa de Huanta (ubicada en el actual departamento de Ayacucho) hizo lo propio al considerar a esa Constitución como contraria a los intereses de la mayoría de la República.
Si en el siglo XIX Arequipa luchó defendiendo la legalidad, en el siglo XX la bandera de lucha fue la democracia. Esta vez alentada por los nuevos partidos políticos de inspiración social – cristiana.

Historia de las calles de Arequipa: Calle San José





La casa natal del jurista José Luis Bustamante y Rivero y el edificio de la Fábrica de Chocolates La Ibérica, una de las marcas más representativas de Arequipa, son dos lugares emblemáticos de la calle que hoy nos ocupa. La existencia de un oratorio en aquel lugar dedicado al patrono San José habría dado origen al nombre de la calle.

Por: Mario Rommel Arce Espinoza

En la casa ubicada en la esquina de las calles San José y Jerusalén nació José Luis Bustamante y Rivero, presidente del Perú en el periodo 1945 – 1948.
Son escasos los testimonios sobre sus primeros años de infancia. Estudió en el Colegio San José que por entonces quedaba en la calle Santa Marta, muy cerca de su casa. Fue el primer alumno de su clase, y también en la Universidad de San Agustín se distinguió por su dedicación al estudio. Él mismo lo reconoció, cuando muchos años después, en la recepción que organizó su Alma Mater, con motivo de su visita a la ciudad de Arequipa, como presidente constitucional, recordó a sus maestros y a las enseñanzas que recibió de éstos, durante el tiempo que estudió para abogado. En ese discurso que pronunció en el Salón General de la Universidad, en la calle San Agustín, no solo evocó su etapa de estudiante universitario, sino también la época en que fue catedrático en la Facultad de Derecho. Según propia confesión, su mayor mérito fue por entonces haber renunciado ante la intervención de la Universidad en 1928, cuando el gobierno de Leguía aprobó un nuevo estatuto universitario, con el pretexto de realizar la llamada reforma universitaria en el país.
La cantidad de sensaciones que experimentó apenas pisó el claustro agustino, hicieron remover sus recuerdos. A propósito de lo cual, dijo lo siguiente: “También he rememorado las luchas del maestro. Porque en esa época había lucha”. Frente al atropello de la autonomía universitaria, renunció con otros maestros. “Salimos de la Universidad con la bandera en alto (siguió diciendo); y no volvimos a ella sino cuando hubo recuperado su autonomía”.
El escenario en que Bustamante comparte sus recuerdos fue el Salón General de San Agustín, en la calle del mismo nombre. Muy cerca estaba la casa de su esposa, María Jesús Rivera, en la calle Puente Bolognesi con Sucre, donde vivió algún tiempo. Por esos años, fue abogado litigante con estudio abierto en la segunda cuadra de la calle San Francisco. Su paso por la política lo llevó a ocupar la secretaría de asuntos políticos, durante el gobierno transitorio de Sánchez Cerro en Arequipa, el mismo que derrocó a Leguía en 1930, y cuyo manifiesto revolucionario fue atribuido a Bustamante. Al poco tiempo será nombrado ministro de Justicia, por un corto periodo, ya que renunció por estar en desacuerdo con la postulación de Sánchez Cerro a la presidencia del país sin antes dejar el mando supremo.
Vuelve a la actividad académica en Arequipa y al ejercicio de su profesión de abogado. Un sonado caso ocupa entonces la atención de la ciudad. Se trató de la huelga de los trabajadores del ferrocarril del sur. Por varios días la ciudad estuvo paralizada. Bustamante defendió a los trabajadores contra la Peruvian Corporation. Fue entonces calificado de peligroso comunista. Sin embargo, la justicia de su causa triunfó al final, luego de vencer muchas dificultades legales que intentaron frustrar el arbitraje favorable para los trabajadores.
La diplomacia fue el siguiente paso en su ascendente carrera profesional. Nadie que lo conociera podía dejar de reconocer que tenía los méritos suficientes para ocupar ese y otros cargos importantes en el país. Acaso no era él, el niño que cursó con honores sus estudios escolares y universitarios. Un amigo suyo, Luis E. Valcárcel, muchos años después, recordará en sus memorias que lo conoció en el Cusco, cuando Bustamante viajó para matricularse en la Universidad San Antonio Abad, y así completar sus estudios de letras, ante la imposibilidad de hacerlo en San Agustín. “Fue un alumno brillante (en opinión de Valcárcel), sumamente inteligente y apasionado por la literatura, actividad en la que llegó a hacerse conocido, pues ‘El Comercio’ del Cusco publicó varios poemas suyos”.
Es cierto. Bustamante fue poeta en su juventud y un apasionado por el correcto uso del lenguaje. En ese sentido, fue muy puntilloso, hasta el punto de corregir una sola palabra de un escrito. Todo esto refleja una personalidad muy cuidadosa de los detalles y las formas. A diferencia de otros gobernantes que tuvieron quien les escriba sus discursos, él no necesitó de eso, se ocupó personalmente de redactarlos con su característico estilo, sobrio y elegante.
Su elección presidencial en 1945, le dio a su figura proyección nacional. Ocurrió entonces un hecho raro en la política peruana. Por primera vez, un gobernante se negó a establecer pactos y alianzas políticas. “Yo no recibo tránsfugas”, habría dicho cuando le propusieron organizar una mayoría propia en el Congreso. “Fue un error político”, dirá Jorge Basadre. Lo cierto era que Bustamante quiso ser principista en un país acostumbrado a la mentira y al engaño. Soñó con un régimen democrático; pero no contó con el cálculo político. Nada podía hacer pensar que actuara de otro modo. Siempre fue un escrupuloso defensor de la ley. No actuó en función a intereses de partido. Tampoco con la intención de perpetuarse en el mando. Pero se equivocó. Su error, si cabe llamarlo así, fue no seguir el modus vivendi de la política nacional. Quienes lo llevaron al poder, tal vez pensaron que Bustamante era una figura manipulable, a quien podían manejar a su antojo. Pero no fue así. Su trayectoria personal lo acredita como un hombre de principios.
La falta de carácter con que se acusó a Bustamante, no fue verdad, ya que se confunde su respeto a la ley con debilidad. Nada más alejado de la realidad. Bustamante se propuso sostener su gobierno a través del cumplimiento de la ley y no por medio de la persecución política.
Recordemos con Bustamante cogobernó el partido aprista peruano, sobre todo en el manejo económico del país. El fin de la segunda guerra mundial reduce el auge de las exportaciones peruanas y, como consecuencia de ello, vuelve a plantearse la necesidad de promover un industrialismo nacional. Su gobierno de tres años de lucha por la democracia, orienta su política a promover las actividades industriales en el país. Pero también a implementar, como política económica, el control de cambios, el control de precios y la reducción de las importaciones.
Esta política económica responde a la conducción aprista del manejo económico del país, en aquella oportunidad. Lo que trajo consigo una aguda crisis económica. El desabastecimiento, el contrabando, las colas para adquirir productos de primera necesidad, fueron el resultado de un manejo económico que hoy podríamos juzgar de irresponsable, pero que en atención a la realidad del momento, obedecía a la necesidad de paliar los efectos económicos de la crisis de posguerra, y sobre todo al deseo de implementar el industrialismo por la sustitución de importaciones.
La respuesta al modelo económico fue el golpe militar de octubre de 1948. El nuevo régimen del general Manuel Odría puso fin a los controles de cambios y precios, estableciéndose el libre mercado y el libre comercio.
El estilo de Bustamante no fue finalmente comprendido. Parecía ajeno a su propio país, acostumbrado a no respetar la ley, y, además, dividido por su propia historia.
A Bustamante no se ocultaron estos hechos, antes bien, habían merecido ser tratados por él en su trabajo sobre "Las clases sociales en el Perú", que denota esa preocupación suya por encarar los problemas de la realidad nacional.
Sus rivales políticos lo criticaron de ser un teórico, que vivía ajeno a la realidad del país. Tal afirmación se desmiente por si sola analizando sus textos. De ellos fluye ese conocimiento de la compleja realidad peruana, que no solo brindan el estudio y la meditación, sino también la propia experiencia personal.
¿Fue ingenuo por dejarse arrebatar el poder? Bustamante no llegó a Palacio de Gobierno para coronar una corta pero fructífera carrera política. Quiso servir al país con honestidad y limpieza de intenciones. Cosa rara en nuestro país, donde el oportunismo y el arribismo es moneda corriente.
Como vemos, quizás sea su actuación política la etapa más polémica de su carrera. Sin embargo, por sus conocimientos estaba llamado a trascender más allá de la historia de su país al ámbito internacional, como magistrado de La Haya.
Es decir, que Bustamante no se ahogó en los mezquinos intereses partidarios y localistas, sino que siguió avanzando en su magisterio de vida, aceptando nuevos retos, siempre adornado de las virtudes que lo caracterizaron: caballerosidad y don de gentes.
Ese era Bustamante y Rivero, la expresión más genuina del patricio, del patriarca de la democracia peruana.
Hasta la hora postrera de su vida, Bustamante fue la voz que alentó a seguir apoyando la democracia.
Y pensar que este peruano ilustre a nivel nacional e internacional nació en la calle San José, en el cercado de Arequipa. Ahora, cuando pasemos por allí seguramente recordaremos que en ese lugar creció uno de los últimos patricios de la inestable democracia peruana.

FUENTES:
Mario Rommel ARCE ESPINOZA. “Libro Homenaje a José Luis Bustamante y Rivero”. Fondo Editorial del Colegio de Abogados de Arequipa, 2005.