lunes, 20 de mayo de 2013

Historia de la Calle Pizarro en Arequipa







Pedro Pizarro acompañó a su primo Francisco Pizarro en la conquista del Perú. Fue uno de los fundadores de Arequipa, y en los años finales de su existencia, en medio de la influencia telúrica de la ciudad, escribió una crónica en defensa de la legitimidad de la conquista española de Hispanoamérica.

Por: Mario Rommel Arce Espinoza


La calle lleva el nombre del conquistar y fundador de Arequipa, Pedro Pizarro, que llegó al Perú procedente de España formando parte del ejército de Francisco Pizarro. Participó en la toma de Cajamarca y estuvo presente en la ejecución del inca Atahualpa. Acompañó a su primo Francisco Pizarro en la campaña hacia el sur del Tahuantinsuyo. Con otros conquistadores, se estableció temporalmente en la capital del imperio inca. Luego se trasladó a la región del Contisuyo, donde participó en la fundación de la Villa Hermosa de Arequipa, el 15 de agosto de 1540.
Fue vecino de la ciudad y aquí se casó en 1551, con María Cornejo de Simancas, natural de Zamora en España. Ocupó también la Alcaldía de Arequipa en 1555. En su calidad de conquistador, recibió varias encomiendas en las zonas de Moquegua y Tacna.
Un hecho notable en la vida de Pedro Pizarro fue su papel de cronista. Al parecer, se animó a escribir la crónica titulada “Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú”, a raíz del debate producido entorno a la legitimidad de la conquista española de América. Por un lado, Juan Ginés de Sepúlveda sostuvo la “innata servidumbre” del indio. Según esta perspectiva, el poblador andino siempre tuvo jefes a los que tuvo que obedecer sin reparos. Su situación durante la colonia no sería diferente a la época del absolutismo inca. Se justificó así el estado de servidumbre en que vivió el indio. Por otro lado, el padre dominico Bartolomé de las Casas impugnó la legitimidad de la conquista. En principio, porque se había despojado de sus Estados a los “señores naturales”. En su opinión, los indios no eran “infieles” sino “gentiles”. Y aunque lo fueran, afirmaba, ello no justificaría privarlos de sus derechos a la libertad y a la propiedad.
Su “Brevísima relación de la destrucción de las Indias” (1552), puso al descubierto los abusos de la conquista española en América, sirviendo como eficaz propaganda a favor de los muchos enemigos del imperio español. La trascendencia de sus denuncias, sin embargo, hicieron tomar a la metrópoli española varias medidas para cambiar la relación con los indios. La más importante fue tal vez la elaboración de las leyes de indias. No obstante, “el abuso se convierte en institución y el trato con el indio tiende a ser despiadado”, dice Gonzalo Portocarrero.
Esto habría predispuesto anímicamente a Pedro Pizarro a redactar su crónica, para defender su posición de conquistador. Un argumento que entonces se esgrimió para ejecutar al inca Atahualpa fue su condición de gobernante usurpador. A ello se sumó la acusación de haber ordenado asesinar a su hermano Huáscar, razón por la cual, los conquistadores desconocieron su autoridad.
En sus consideraciones preliminares a la reedición de la crónica de Pedro Pizarro, publicada por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Guillermo Lohmann Villena dice al respecto lo siguiente: “Una y otra vez realza el sentido providencial de la Conquista (…), línea de pensamiento que remacha con la categórica aseveración de la inobjetable licitud del dominio español en razón del defecto de usurpación que viciaba de raíz la autoridad de Atahualpa”.
Esta sería la primera conjetura que intenta explicar el propósito del autor de escribir una crónica en la etapa otoñal de su vida. La segunda razón, según el propio Lohmann Villena, sería la reacción de la vanguardia de los veteranos conquistadores, de la cual formó parte Pedro Pizarro, contra los advenedizos que llegaron a Hispanoamérica después del periodo de conquista, y que no vieron en ella espíritu de aventura sino tan solo el deseo de encontrar el dorado americano.
Creo que, a este respecto, hay un punto intermedio en cualquier interpretación de orden social. Así como no se puede negar que hubiera abuso y maltrato con los indios durante la colonia, tampoco se puede ignorar el tratamiento jurídico que recibieron durante ese periodo. El indio fue considerado “persona miserable” que, en Castilla, merecían las viudas o las propias universidades, cuando una mala gestión perjudicaba sus intereses, con el propósito de proteger sus derechos.
Esto resulta muy interesante, a despecho de la versión que afirma que los indios fueron considerados poco menos que salvajes o seres inferiores. En lo jurídico, al ser reconocidos como personas, gozaron de un estatus por el cual tenían derechos y obligaciones. En ese sentido, la labor evangelizadora que realizaron las primeras órdenes religiosas en el nuevo continente, estuvo dirigida a los indios considerados como personas que podían aprender de las enseñanzas de la fe cristiana.
El derecho común castellano se aplicó en Hispanoamérica con algunas variantes que respondían a las particulares necesidades de los grupos sociales a los cuales iba a proteger. De ahí que un rasgo característico de la legislación colonial fuera su pluralismo. No era extraño que hubiera entonces diversos fueros para los comerciantes, mineros, gremios, cofradías, etcétera. Como tampoco que en aquella época las leyes de indias fueran de aplicación exclusiva para los indios de Hispanoamérica.
Se trató de una legislación especial, dada en el marco del conflicto acerca de la legitimidad o no de la conquista española de América. Sin embargo, la interrelación entre los habitantes del nuevo mundo hizo que en la práctica no se cumplan, porque el poblador del Ande convivió con los conquistadores en las ciudades que ellos fundaron.
Coincidimos con Joaquín García – Huidobro cuando afirma que el encuentro entre el viejo y el nuevo mundo fue ambivalente: para unos significó la catástrofe mientras que para otros fue la liberación de la dominación inca.
Sobre lo mismo, el sociólogo francés Henri Favre afirma que las leyes de indias crearon una “república de indios”, sobre la base de las reducciones en donde a partir de entonces comenzaron a vivir. A diferencia de la “república de españoles”, estuvieron obligados al trabajo forzado asalariado. Además de adquirir una cierta cantidad de mercancías, generalmente de escaso valor de uso. El tribunal del Santo Oficio no tenía jurisdicción sobre ellos, y un “procurador de indios” defendía gratuitamente sus causas judiciales. Aunque en la práctica no dejará de ser una ficción jurídica, como afirma Favre. Primero, por el trato sexual entre indios, negros y españoles que origina una población de mestizos, mulatos y zambos. Segundo, porque los indios rápidamente se incorporaron a las ciudades, campamentos mineros, etcétera, siendo difícil separarlos espacialmente de los otros componentes étnicos. Finalmente, porque pasaron a formar parte de la nueva estructura social del virreinato, ubicándose después del esclavo al que, por vivir en el entorno de su amo, se le delegaron con frecuencia funciones de autoridad sobre la mano de obra indígena.
Cierto es también que varios indígenas salieron al encuentro del mundo que Europa les ofrecía: aprendieron a leer, escribir, negociar a la manera occidental. Ese fue el caso de Diego Caqui, curaca indígena que fue un próspero comerciante, propietario inclusive de dos fragatas, para vender su vino desde Valdivia (en Chile) hasta Panamá.
En el solaz de su casa solariega, en la ciudad de Arequipa, Pedro Pizarro dedicó los últimos años de su vida a escribir su crónica, apurado por la urgencia de dejar un testimonio de los hechos históricos en los cuales participó al lado de Francisco y Gonzalo Pizarro, Diego de Almagro y Hernando de Luque.
Su labor de historiador demuestra que no fue simplemente un soldado que empuñó la espada, tuvo formación autodidacta, y no sería extraño que hubiera leído las obras de Cieza de León, de López de Góngora o de Zárate.
Establecido en Arequipa, después de la fundación de la ciudad, recibió la influencia del medio que ya para entonces denotó un ambiente propicio para la creación poética y literaria. No en vano, Miguel de Cervantes, el célebre autor del Quijote, ensalzó en “La Galatea” a cuatros poetas españoles radicados en Arequipa, en el siglo XVI: Diego Martínez de Rivera, Alonso Picado, Alonso de Estrada y Pedro de Montesdoca.
Pedro Pizarro no escapó, por cierto, a la influencia telúrica de Arequipa, tradicionalmente propicia para la lucubración, como dice Lohmann Villena. El cronista, natural de Trujillo – España, murió en Arequipa la noche del 9 de marzo de 1587, habiéndose exhumado sus restos en la capilla mayor de la iglesia de La Merced.
La influencia del medio en la obra de Pedro Pizarro, hizo afirmar a Víctor Sánchez – Moreno Bayarri que, en razón de ello, “forjó un comportamiento inequívocamente arequipeñista; convertido como fue en uno de los personajes más importantes del historial mistiano”.
Ahora ya sabemos que la calle Pizarro lleva ese nombre en recuerdo de uno de los fundadores de Arequipa y alcalde de la ciudad, Pedro Pizarro, autor de una crónica de la época de la conquista, de la cual fue testigo y activo participante.

FUENTES:
Henri FAVRE. El movimiento indigenista en América Latina. Lima, 2007.
Joaquín GARCÍA – HUIDOBRO. Barroco como punto de encuentro. (Artículo).
Pedro PIZARRO. Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú. Lima: Fondo Editorial de la PUCP, 1986.
Gonzalo PORTOCARRERO. Racismo y mestizaje y otros ensayos. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2007.
Víctor SÁNCHEZ – MORENO BAYARRI. Arequipa colonial y las fuentes de su historia. Estudio crítico. Lima – 1987.

CALENDARIO DE FERIADOS


Festividades de Mayo

Desde
MAYO
24
Hasta
MAYO
26
 
 
4º FESTIVAL DEL CEVICHE "AJI, LIMON Y ENCANTO CULINARIO" 
Tumbes - Tumbes 


Presentación del record: "El ceviche más grande de Tumbes". Concurso de trajes y accesorios artesanales "Tumbes se exhibe". Festidanza con presentación de artistas
Contacto: 
DIRECCIÓN REGIONAL DE COMERCIO EXTERIOR Y TURISMO DE TUMBES
(072) 52-3699
www.dirceturtumbes.org

5 msnm


Desde
MAYO
26
Hasta
MAYO
31
 
 
BATALLA DEL CAMPO DE LA ALIANZA 
Tacna - Tacna 


Ceremonia en conmemoración de los 133 años de la Batalla de la Alianza. Gran corso. Feria gastronómica y exhibición de platos típicos.
Contacto: 
MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE TACNA
(052) 41-1716
www.munitacna.gob.pe

562 msnm

Desde
MAYO
26
Hasta
MAYO
31
 
 
FIESTA EN HONOR AL SEÑOR DE ANCARA 
Paucartambo - Pasco 


Gran procesión del Señor de Ancara.Concurso folclórico de danzas y orquestas. Feria gastronómica.
Contacto: 
DIRECCIÓN REGIONAL DE COMERCIO EXTERIOR Y TURISMO DE PASCO
(063) 42-2275
pasco@mincetur.gob.pewww.dirceturpasco.gob.pe

2,880 msnm

Desde
MAYO
29
Hasta
MAYO
31
 
 
CORPUS CHRISTI 
Cusco - Cusco 


Imponente procesión. Celebración de la octava. Festival gastronómico y presentación del plato típico "Chiri Uchu". Feria de frutas tropicales.
Contacto: 
ARZOBISPADO DEL CUSCO
(084) 22-5211
www.arzobispadodelcusco.com

3,399 msnm

Desde
MAYO
30
 
 
CORPUS CHRISTI 
Cajamarca - Cajamarca 


Gran feria comercial. Elaboración de alfombras florales, altares y arcos. Procesión del Santísimo Sacramento. .
Contacto: 
DIRECCIÓN REGIONAL DE COMERCIO EXTERIOR Y TURISMO DE CAJAMARCA
(076) 36-2903
dircetur@regioncajamarca.gob.pewww.turismocajamarca.com

2,750 msnm

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viernes, 10 de mayo de 2013

Peleas de Toros, Tradición Ancestral




Las peleas de toros en Arequipa constituyen un aspecto esencial de la personalidad folklórica de este pueblo amante del trabajo, sensible a las manifestaciones artísticas y de rebelde espíritu ante las injusticias. En el fondo se trata de una fiesta popular que altera la monotonía de lo cotidiano y que además sirve para volcar refrenados sentimientos de identificación con el coraje. 

Durante la colonia y comienzos de la república el arado por tracción de vacunos, se hizo indispensable para la labor agrícola en toda la campiña de Arequipa, por tanto el arado era un instrumento muy apreciado por el antiguo agricultor, no sólo por su valor económico sino porque a través del trabajo diario, se estableció una relación (hombre-animal) muy íntima, en el sentido de que los toros fueron “humanizados” otorgándoles un nombre y una “personalidad”, el animal respondía a la voz de su amo, sus órdenes y muestras de cariño o enojo. Estos astados previamente eran entrenados y ensayados para su labor desde muy corta edad acostumbrándolos al uso del “yugo” y sumisión al hombre.

Las peleas de toros de la llamada Ciudad Blanca son únicas en el mundo, aunque esta verdad no influye mayormente en el espíritu de quienes se deleitan con su realización, sirven sin embargo de un gran estímulo para cada día mejorar su programación. Nació esta fiesta de la manera más espontánea, de los hombres laboriosos, de su campiña hermosa y otrora vasta, fecunda, lozana. Los campesinos solían recurrir a ella para alternar sus largos días de agotadoras faenas de labranza con horas de emoción y euforia.
La población al desplazarse en acémilas hasta los lugares donde se realizaban las peleas de toros y deseosos de mostrar sus potencialidades de jinetes y velocidad de sus animales, luego de las peleas realizaban carreras de caballos entre el público asistente a estos espectáculos, además atraía a comerciantes de comida, bebida y golosinas como parte de la fiesta popular. Las primeras versiones sobre peleas de toros son las de 1881; que hace noticia más por la apuesta, que por la propia pelea de toros que lo presentaron como algo exótico y bárbaro, pero como fueron realizadas en un lugar alejado de la campiña y cerca de un área urbana marginal, es de suponer que años anteriores, los agricultores ya tenían por afición hacer pelear a sus toros de yunta en las chacras, entre amigos vecinos o familiares.

Antes de hacer alguna pelea para un público que no era del círculo rural y en especial para que la prensa se fijara en este tipo de diversión “loncca”, tuvieron que pasar algunos años. Existía la idea popular, que el cruce de un toro de lidia y una vaca criolla, aseguraba la presencia de un buen toro de pelea. Creemos que los toros de pelea fueron escogidos de las yuntas aradoras por ser de mayor envergadura (por su trabajo físico) y por estar mejor alimentados; eran animales “amaestrados” que habían establecido una relación de obediencia y sometimiento de sus dueños, que al recibir órdenes directas de éstos, actuaban poniendo empeño durante la pelea, además no todos los toros de yunta eran peleadores, previamente eran observados y si eran “belicosos” los reservaban para que midan sus “mañas” luchadoras con otro astado de condiciones físicas similares como peso, talla, edad y apariencia física de envergadura (cárcasa).

Cuando se trabajaba en la chacra haciendo uso del “yugo” y el “arado”, una vez culminada la faena, se dejaba en libertad a los toros para que puedan beber y alimentarse, mientras se hacía una merienda para los agricultores y se daba el mantenimiento a las herramientas empleadas durante la jornada. Ese era el momento, en que los astados entraban al momento del retozo y se daban “cocachos”, midiendo fuerzas e insistiendo en cornear el uno al otro, entablando frontalmente sus cuernos poniendo a prueba su “inteligencia” de pelea y luego de algunos minutos uno de los rivales echaba a correr, quedando el ganador en el campo de lucha.
Poco a poco se fueron haciendo parte integrante de la vida del chacarero, quien recurrió a ellos para celebrar con toda pompa el aniversario del distrito o de su pueblo o la fiesta del santo patrono de la comunidad. También recurrió a sus peleas para animar fiestas populares de beneficio, como por ejemplo para recaudar fondos destinados a la construcción de obras comunales. El tractor desplazó a los mansos bueyes y erigió en grandes toros como verdaderos gladiadores. Ya no trabajaban, eran mantenidos en celo y sometidos a preparación física antes de cada contienda. Lo cierto es que esta afición, logró socializarse en la campiña arequipeña y al no existir referencias del lugar donde se inicia, se ha de suponer que estaría su orígen entre los distritos de Socabaya, Paucarpata o Characato porque existía buen número de yuntas y porque la afición a las peleas de toros se arraigó con más profundidad en la población de estos pueblos tradicionales durante sus inicios. Se suma a esta hipótesis el hecho de que de estos lugares provenían la mayor cantidad de toros de pelea campeones a comienzos del siglo XX.

Esta fiesta tradicional se ha ido puliendo. Antes su escenario era natural, los volcanes al fondo, el verdor de la campiña y los andenes cultivados, hoy tienen coso de peleas, un trofeo que disputan llamado Astero de Plata y una Asociación de Criadores de Toros de Pelea. Sus combates y su fama ha trascendido suelo nacional. El programa de peleas de toros más importante tiene lugare el 15 de Agosto de todos los años, por homenaje a la fundación española de Arequipa, realizada ese día de 1540. El coso revienta de aficionados y de visitantes del país y del extranjero, siendo también centro de las festividades de la mayoría de los distritos tales como: Sabandía, Characato, Socabaya, Yumina, Tiabaya, etc.

Con el transcurrir del tiempo los agricultores de acuerdo a las nuevas circunstancias socio-económicas y progresos tecnológicos lograron producir un toro de pelea en base a las razas Holstein y Brown Suiss; el primero de los nombrados es considerado por su tamaño, peso y musculosidad, en tanto que el Brown Suiss es bajo en talla, pero de mayor fuerza y peso, lo que le otorga cierto poder de resistencia y aunque su cornamenta no es la mejor, los agricultores han logrado “cruzar” genéticamente las mejores características de estos toros con ganado vacuno de raza nacional y toros de lidia, logrando un toro de pelea prototipo con rasgos físicos que le permita desarrollar fuerzas considerables.

En el aspecto psicológico es un vacuno obediente a las voces de sus criadores, puesto que es condicionado previamente, debe ser manso con las personas, pero fiero cuando a la vista se le presenta algún otro cornúpeta. Muchos agricultores mantienen al toro de pelea sin hacer nada productivo, tan sólo exclusivamente para pelear y como sementales potenciales, para hacer “raza” de su biotipología, aunque esto es medido cuidadosamente por los criadores.
En cuanto al tiempo de duración de la pelea, existe casos en que pueden luchar desde 2 segundos hasta 60 minutos en caso extremo. Aunque según los entendidos una buena pelea deberá ser de unos 15 minutos, esto con el fin de no aburrir al público y que los toros no sufran por las fuerzas desplegadas.

Los dueños ganadores una vez concluida la pelea son recompensados con los premios que otorgan los padrinos de la pelea, para ello los criadores se hacen acompañar con sus toros (mansos), se acercan al estrado oficial y se hacen retratar con fotos y filmaciones, donde generalmente a los toros victoriosos se les hace “beber” una botella de cerveza de manera simbólica, para saborear el triunfo junto a su propietario y familiares, y para refrescarlo de la contienda se esparce sobre su lomo y cuerpo esta misma bebida.
En tanto que al toro perdedor, si hizo una buena lucha, su dueño curará sus heridas brindándole sus “engreimientos” para no bajar la “autoestima” del animal. Lo inscribirá nuevamente para una próxima pelea, otorgándole nuevas oportunidades de recuperarse. Los toros que han participado en una pelea tienen un gran desgaste psicológico y físico, ingresando a un período de depresión de unos cuantos días motivado por la adrenalina derrochada. Por ello es que los criadores los hacen descansar un periodo d etiempo largo por lo general un toro de pelea solo realiza entre 1 y máximo 3 peleas al año dependiendo de sus pelea anterior.

En la actualidad, los toros de pelea cada día deben de realizar sus ejercicios físicos consistentes en largas caminatas y trotes de aproximadamente 5 ó 7 km. Este noble animal se “encariña” con la persona que le ha de proporcionar cuidados, que lo cura de sus golpes, que lo alimenta ,entre otras acciones mostrando ese grado de reconocimiento al acercarse a olfatear a su criador, frotar lentamente su cabeza en el cuerpo de su amo (cuidando de no hacerle daño), o sencillamente moverle la cola o lamerlo en actitud de compenetración íntima entre el animal y el hombre.

Es todo un proceso de acondicionamiento, que permite que el animal se sienta confiado con la persona que lo dirige en la pelea. A una palabra puede desarrollar el máximo esfuerzo de ataque, pero también, con otra palabra, el amo puede ordenar que el toro se aleje lo más pronto posible de su contendor. Esto último sólo es utilizado cuando, tal vez al ser mal cotejado, un astado en plena pelea va sufriendo constantes “castigos” de su rival y para no ser golpeado o herido vanamente, se toma esta decisión drástica.

La fiesta del trabajo en Arequipa




En su conferencia titulada “Algo sobre el Socialismo”, pronunciada con motivo de la primera fiesta del trabajo en Arequipa, el 1° de mayo de 1906, Francisco Gómez de la Torre (Arequipa, 1865 – 1939) reclamó a favor de la jornada de ocho horas de trabajo y el descanso dominical; por la dación de una ley de accidentes de trabajo y, además, por la organización del Ministerio de Trabajo.

Por: Mario Rommel Arce Espinoza

Desde la Universidad escuché de boca del doctor Carlos Gómez de la Torre Rivera la figura y personalidad de Francisco Gómez de la Torre. Mi abuelo, decía mi distinguido maestro, fue agnóstico, pero muy respetuoso de las creencias religiosas. En su casona de la calle Santo Domingo, vivía con su numerosa familia, rodeado de sus libros y los recuerdos de su etapa de luchador social.
¿Quién fue esta persona que cautivó a varias generaciones y que lamentablemente hoy permanece en el olvido? ¿Qué hizo en su tiempo para ser considerado un hombre importante para la historia social de Arequipa? En realidad, fueron varias las facetas de su vida, desde abogado, periodista y escritor hasta luchador social. Sobre su actividad como abogado, existen los testimonios de Guillermo Zegarra Meneses, Víctor Andrés Belaunde y Manuel J. Bustamante de la Fuente que coinciden en señalar que fue él el mejor abogado de su época. “El verdadero paradigma del abogado arequipeño”, como dijo Guillermo Zegarra Meneses. Su destacada participación en la fundación del Colegio de Abogados de Arequipa en 1911 y, de igual manera, en la fundación de la revista “El Derecho”, órgano del Colegio de Abogados, en 1914, así lo demuestran. Pero ya, para entonces, era una figura reconocida en el medio local. Su actividad periodística en el semanario “La Patria”, órgano de la Asociación Patriótica, que él contribuyó a fundar con el propósito de recuperar las provincias cautivas de Tacna y Arica, lo habían hecho acreedor del respeto popular. Lo versátil de su pluma hizo que, bajo el seudónimo de “Frascuelo”, plantee críticas a la sociedad de su tiempo, con énfasis en las clases sociales y en las costumbres electorales de fines del siglo XIX. Pero también fue maestro y muy reconocido en el Colegio de la Independencia Americana y en la Universidad Nacional de San Agustín, donde fue varias veces Rector.
En este artículo voy a ocuparme del luchador social, del hombre comprometido con la causa obrera de Arequipa, del librepensador que trazó el ideario del socialismo en la ciudad.
Su identificación con los cambios sociales que vive el mundo, a partir de la redefinición de las relaciones labores entre la clase obrera y los industriales, nos lleva a hurgar en el pensamiento socialista de Francisco Gómez de la Torre. Como ideólogo, abogó a favor del obrerismo local planteando ideas en relación a los derechos de los trabajadores, en el Centro Social Obrero de Arequipa.
El siglo XX trajo consigo nuevos actores sociales, como el sector obrero vinculado a la incipiente manufactura local. La prédica liberal encuentra en ellos a sus mejores aliados. Los planteamientos que propone, justamente el Partido Liberal de Arequipa, busca establecer mejores condiciones de trabajo. Como, por ejemplo, eliminar los contratos de locación de servicios por contratos de trabajo. Así como también proponía el límite de la jornada laboral y el salario mínimo; la reparación de perjuicios y la inspección eficaz.
Estos primeros años del nuevo siglo XX serán particularmente importantes para el obrerismo local. Un hecho significativo fue la fundación del Centro Social Obrero de Arequipa, el 22 de julio de 1905, a iniciativa de Santiago Mostajo, padre del tribuno Francisco Mostajo, que desde el 1 de mayo del año siguiente comenzó a celebrar el día internacional del trabajo, usando para la ocasión la bandera roja como símbolo de la lucha obrera.
Estos años en realidad fueron de intensa lucha entre conservadores y liberales. Como bien puntualiza Raúl Fernández Llerena, el conservadorismo en Arequipa representado por el Círculo de Obreros Católicos y la Unión Católica femenina, ofrecieron firme resistencia ante el avance del laicismo en la ciudad. Sin embargo, los liberales comenzaron a ganar importantes espacios dentro de la clase obrera local, utilizando para ello la publicación de semanarios como “El Ariete”, órgano del Partido Liberal, que dirigieron en su momento Mariano Lino Urquieta y Francisco Mostajo.
El discurso del 1 de mayo de 1906, con ocasión de la primera fiesta del trabajo en Arequipa, estuvo a cargo del destacado abogado liberal Francisco Gómez de la Torre. Su conferencia que se publicó ese mismo año lo ubica, en el contexto de la época, como verdadero abanderado social. Como él mismo decía, su presencia en el local del Centro Social Obrero responde a su apoyo a la clase obrera en exigir un mejor nivel de vida. Luego se ocupa de desarrollar las principales reivindicaciones de la clase obrera a nivel nacional.
Un primer tema que aborda fue el voto universal y directo. En el contexto de la época, el planteamiento de Gómez de la Torre responde a una íntima convicción democrática, que se pregunta por qué permitir restricciones al voto, si todos por igual forman parte de la soberanía popular. A partir de una reforma electoral de 1896, estaban impedidos de votar los analfabetos. Esto equivalía a excluir del proceso democrático a amplias mayorías nacionales. Difícil construir así un proyecto nacional, cuando el voto de unos pocos decidían la suerte de los demás. Recién en el Perú el voto universal será consagrado en la Constitución de 1979. En Argentina, por ejemplo, Hipólito Irigoyen fue el primer presidente elegido, en 1916, por el voto universal masculino y directo.
Gómez de la Torre cree en la administración autónoma de los pueblos. Cada ciudad es una realidad distinta, sostiene el autor, que necesita desarrollarse por sí misma. Los estados centralistas ignoran la realidad de los pueblos del interior y, por eso mismo, plantea la idea de adoptar un sistema federal en el país. De igual manera, proclama la igualdad de derechos entre el varón y la mujer. No puede haber diferencias entre ambos sexos, dice Gómez de la Torre, ya que la mujer al igual que el varón contribuyen a la riqueza del país. Recién una ley de 1908 permitió que las mujeres sigan estudios superiores. Hasta entonces estaban limitadas al ámbito de las labores domésticas del hogar. Sólo a partir de 1956 las mujeres que sabían leer y escribir participaron en las elecciones presidenciales de ese año. Y luego votaron por primera vez en las elecciones municipales de 1963, conforme a un derecho reconocido en la Constitución de 1933. En ese sentido, el planteamiento de Gómez de la Torre es pionero no sólo porque postula el voto femenino, sino también porque lo hace de manera irrestricta. Lo cual sólo ocurre en el Perú desde 1980.
Otro tema de interés que denota el pensamiento laico de Gómez de la Torre, fue su idea de que no exista una religión oficial del Estado. Esta exigencia, como otras que plantea en su conferencia por el día del trabajo, lo ubican dentro de una fracción ilustrada contraria al temperamento mayoritariamente católico de los arequipeños. Recordemos que, desde fines del siglo XIX, la Unión Católica de Arequipa y luego en el siglo XX la Acción Católica jugaron un papel decisivo en la conservación del catolicismo en la ciudad.
Hay que contar a Gómez de la Torre entre los liberales que lucharon por el establecimiento de la tolerancia de cultos. El Estado confesional en el Perú acaba con la Constitución de 1979 y el concordato de 1980, aunque al mismo tiempo fija la mutua colaboración entre ambas potestades.
Pero también plantea una enseñanza laica. Al respecto dice lo siguiente: “No existiendo derecho en el Estado para imponer a sus asociados que tengan esta o aquella religión, carece de facultad para imponer al hijo del obrero católico al aprendizaje de la religión budista, como no tiene razón para exigir al budista que todos los días al entrar a la escuela tome el agua bendita y haga la señal de la cruz”. Estas ideas seguramente le crearon cierto rechazo de los sectores más conservadores de la ciudad. Sin embargo, Gómez de la Torre creía en una sociedad tolerante, con igualdad de oportunidades, y en donde predominara la justicia.
En esa línea de pensamiento, exige a favor de los obreros, educación y justicia gratuita. Es más: plantea para el caso de los errores judiciales, la correspondiente indemnización a favor de aquellos perjudicados moral como físicamente por la mala administración de justicia. “El error de nuestros jueces (dice Gómez de la Torre) encerró a Peñalosa, siendo inocente, en los calabozos de la penitenciaría de Lima; y el error de los tribunales de Francia confinó sin causa al capitán Dreiffus en la solitaria isla del Diablo”.
En cuanto a derechos labores, reclama por la jornada de ocho horas de trabajo y el descanso dominical. Asimismo, exige mejores condiciones de trabajo en las fábricas, donde en muchos casos hay verdadera falta de higiene. “Asegurar la salud y la vida del hombre – máquina, es lo menos que puede exigirse al hombre – riqueza; puesto que ésta es producto casi exclusivo de aquella”, anota.
Este era el sentimiento y los reclamos de la clase obrera local que Gómez de la Torre expone en su conferencia, compartiendo con ellos, además, sus propias ideas, de manera directa y clara.
La necesidad de un seguro obrero que garantice al trabajador en caso de invalidez, fue otro de los pedidos que formula Gómez de la Torre en el día internacional del trabajo. “Esta aspiración (nos dice) envuelve, pues, el anhelo de que no se haga con el obrero lo que se hace con las bestias de carga: que cuando se inutilizan para el servicio, no se les concede el derecho de tomar el pienso y se les deja sucumbir de hambre; castigando así en ellas el delito de haber agotado sus energías en el rudo servicio del amo sin entrañas”. Agrega, entonces, que falta dar una ley de accidentes de trabajo. De igual importancia resulta, en su opinión, la organización de un Ministerio del Trabajo “con delegaciones en todo el país, elegidos por los obreros, con la misión especial de fijar por donde quiera la tarifa mínima del salario y atender en general, a los intereses sagrados de las clases trabajadoras”.
Lo expuesto por él, en el local del Centro Social Obrero de Arequipa, encierra las aspiraciones de la clase obrera universal, que según el mismo autor, pueden sintetizarse en esta sola frase: “desaparición de las desigualdades sociales engendradas por la injusticia”.
Francisco Gómez de la Torre fue, sin duda, uno de los más esforzados defensores de la clase obrera en Arequipa. En una época de cambios sociales, participa él de ese proceso, desde el ideario socialista, convencido de la justicia de su causa y de la necesidad de llevar a cabo reformas sociales en beneficio de las grandes mayorías del país.
Su obra y pensamiento fueron de amplia proyección social, cuya trascendencia solo hoy percibimos a la luz de las conquistas sociales que lamentablemente, en estos últimos tiempos, se han visto afectadas por el cambio de modelo económico. Cierto también que los tiempos han cambiado, al igual que las ideologías, pero sigue latente, entre nosotros, la idea de justicia social que un día hace más de cien años expuso ante decenas de obreros, el maestro Francisco Gómez de la Torre.

viernes, 3 de mayo de 2013

Lomo Saltado


Un feliz aporte de la comunidad china que combina al calor de un wok, carne de res, tomate, cebolla y ají. Las papas son escuderos insoslayables.

Pisco Sour


El cóctel por excelencia de los peruanos, creado en algún momento de la década de 1950, es un justo homenaje al alma de la uva, que nosotros llamamos pisco.

Rico Perú.... Rica Arequipa



El Perú es un país para comer. Basta que dos o más compatriotas nos reunamos en el lugar que fuere para que surja la inevitable pregunta: ¿y ahora, qué comemos? Y es que nada nos une más que un buen plato de comida.

En él reposa el cariño de nuestras madres, y a través de él nos reconocemos a nosotros mismos como peruanos. No por nada aquellos que viven lejos extrañan su cebichito o su lomo saltado por sobre todas las cosas. Los peruanos podemos discutir de fútbol, razas, religiones y política, pero sobre lo que siempre vamos estar de acuerdo es en nuestra cocina. Gracias a un puñado de cocineros y gastrónomos emprendedores, el Perú ya no es más un solemne desconocido en el mundo entero y las palabras pisco y cebiche resuenan en la mente de millones por todo el mundo. Nuestra comida gana cada vez más adeptos en Chile, Colombia, España, Inglaterra, México y los Estados Unidos. Y en nuestras tierras el movimiento culinario ha alcanzado un auge inusitado: restaurantes, bares y huariques están repletos de comelones de toda laya, desde los viejos habitúes hasta familias completas y jóvenes dispuestos a probarlo todo. Le proponemos sumergirse en la multitud de sabores y texturas que conforman nuestra gastronomía. No se amilane ante las nuevas fusiones y aventuras culinarias de nuestros cocineros de vanguardia y no se sienta corto ante unas papitas humeantes recién salidas de la huatia en las alturas andinas. Pruebe de todo y sea feliz. Nosotros veremos nuestra labor cumplida cuando, durante su próximo viaje, usted se anime a preguntar por los insumos y recetas locales; y ya de regreso, un domingo cualquiera antes del mediodía, usted sienta el deseo irreprimible de un quesito serrano de, un arroz con pato o un poderoso rocoto relleno precedido de un buen vaso de chicha, como solo se hacen en esta formidable Arequipa.