Chilina, un viejo lugar que va cayendo en un olvido inexcusable. Lugar de paseos de padres aventureros con hijos preguntones, de sendos safaris de experiencias de niños y adolescentes, de la cantera magnífica de la preciadísima “paja de cortadera” para hacer las volátiles cometas que se elevaban al cielo con nuestros sueños y nuestras alegrías forradas de frágil papel.
El cantar de un río pedregoso aromatizado por riberas pobladas de eucaliptos y helechos, es el marco de un cuadro casi idílico que muestra un paisaje bello y entrañable que muestra volcanes, andenes y una paleta de verdes maravillosa: ese es el paisaje de postal que aún podemos ver (no sabemos por cuánto tiempo más) en esta localidad que está ya, por artes del urbanismo de
sordenado y asfixiante, casi en el centro de la ciudad.
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