Según
el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, dos veces presidente del Perú, fue una
de las más hermosas calles de la ciudad de Arequipa. Sus casonas muestran un
variado estilo colonial y republicano, que muestran una particular belleza en
la concepción arquitectónica de sus diseños. Allí vivieron en distintas épocas
las familias más tradicionales de Arequipa y también fue escenario de sucesos
políticos de importancia local y nacional.
Por: Mario Rommel Arce Espinoza
Cuando nos trasladamos a vivir a la zona del
Vallecito, con mi familia visitábamos todos los domingos la Iglesia de La
Merced. Se convirtió en un lugar muy familiar para mí. Mi mamá pertenecía a más
de una institución religiosa y yo la acompañaba a sus reuniones. Recuerdo mucho
la figura del padre Eleuterio Alarcón Bejarano, a quien traté con frecuencia en
las visitas que hacíamos con mi mamá al convento. Jamás pensé entonces que este
sacerdote con los años se convertiría en un arequipeño ilustre, cuyo retrato
figura hoy en día en el Museo Histórico Municipal. Igualmente conocí al padre
Fidel Miguel, que era boliviano, y al padre Marcial Tejada. Como cualquier otra
familia católica de los años ochenta, era normal que la Iglesia forme parte de
nuestra vida cotidiana. Por eso mis recuerdos de niñez están particularmente
vinculados al Monasterio de Santa Catalina y al Convento de La Merced. Sobre el
cual, el padre Alarcón Bejarano escribió una síntesis histórica de la Orden de
Nuestra Señora de La Merced.
La orden religiosa fue fundada por Pedro Nolasco
en 1218. Al Perú llegó con la conquista española y ya en 1551 tuvieron casa y
templo en Arequipa. En el siglo XVIII se fundó el Colegio de la Merced, donde
se dictaba cursos de enseñanza superior, a falta de una Universidad en
Arequipa. Luego podían graduarse en la Universidad de San Marcos en Lima, en la
Universidad de San Antonio Abad del Cusco, o también en la Universidad de
Chuquisaca en el Alto Perú. Según el padre Alarcón Bejarano, durante la
emancipación, estudiaron en el Colegio de la Merced de Arequipa, personajes de
la talla de Hipólito Unánue, el arzobispo José Sebastián de Goyeneche y el Deán
Juan Gualberto Valdivia, entre otros.
Igualmente apunta que el local del Convento fue
ocupado en 1825 por el ejército patriota y, por esta razón, dejó de funcionar
hasta 1832; año a partir del cual funcionó ininterrumpidamente impartiendo
disciplinas de la enseñanza superior, hasta 1869 en que el Colegio de la Merced
redujo su enseñanza a la sección primaria y a la superior, pero sólo dedicada
ésta, a los miembros de la comunidad religiosa, denominándose en este periodo
de “SAN PEDRO PASCUAL”.
De esta época datan los notables alumnos
Hipólito Sánchez Trujillo, Mariano Ambrosio Cateriano y Lorenzo Ballón. El
primero astrónomo y magistrado, el segundo historiador y el tercero matemático
de reconocido mérito. Desde entonces el Colegio de la Merced San Pedro Pascual
funciona ininterrumpidamente, bajo la dirección de notables mercedarios como
los padres Francisco Málaga, Víctor M. Barriga, Víctor Barrios, Antonio Neira
Salazar, Marcial Tejada y otros más.
En este periodo más reciente sobresalen los ex
alumnos Santiago Martínez y Víctor M. Barriga, ambos sacerdotes y notables
historiadores, el poeta Alberto Hidalgo y los jurisconsultos y parlamentarios
Víctor Andrés Belaúnde, Ildefonso Ballón y José Ángel Escalante.
La Virgen de la Merced, bajo cuya advocación se
encuentra el convento, desde 1823 es también la patrona de las armas del Perú.
La devoción religiosa de algunas familias tradicionales de Arequipa hizo que su
nombre se asociara a determinado culto. Así, por ejemplo, por muchos años la
familia Bustamante venera la sagrada imagen del Señor de San José.
Al respecto, Manuel J. Bustamante de la Fuente
dijo lo siguiente: “El capitán don Juan Antonio González de Bustamante hizo
construir una cripta debajo del altar mayor del Templo de La Merced y allí
están enterrados él y sus descendientes, hasta el Dr. D. Pedro José Bustamante
y Alvizuri, que falleció en 1873”. Y agregó: “En ese mismo templo estableció la
festividad de San José que hasta hoy hace celebrar su familia anualmente”.
Aun cuando en 1833 se inauguró el Cementerio de
La Apacheta con los restos del poeta – mártir Mariano Melgar, hubo una
costumbre muy extendida entre la gente principal de Arequipa, de enterrar a sus
muertos en las iglesias de la ciudad. Ese fue el caso de la familia Bustamante,
por varias generaciones. Lo propio ocurrió cuando el 22 de julio de 1856
falleció el magistrado y político arequipeño Andrés Martínez. Al día siguiente,
el cadáver fue sepultado en la Iglesia de La Merced, al pie del altar de San
José. La familia Goyeneche y Gamio también fue muy munificente con el templo de
la Merced. Su devoción a la Virgen del Consuelo fue verdaderamente ejemplar.
La calle La Merced lleva el nombre de la orden
religiosa que por más de cuatro siglos se ubica en la tercera cuadra, ocupando
una manzana que hoy comparte fundamentalmente con el local de la Sociedad
Eléctrica de Arequipa (SEAL).
Fue el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, dos
veces presidente del Perú, quien dijo que la calle La Merced era una de las más
bellas de la ciudad. Se refería al diseño arquitectónico de sus casas, unas de
estilo colonial y otras de origen republicano.
En la primera cuadra lucen imponentes fachadas
las casas que en otro tiempo pertenecieron a las familias Lira, Gibson y
Bustamante y Benavides. También quedó el local del Centro Social Obrero que el
1º de mayo de 1906 celebró por primera vez en Arequipa la fiesta internacional
del trabajo. En la esquina de las calles La Merced y Palacio Viejo quedaba la
imprenta Quiroz. A su costado funcionó el local partidario de Acción Popular,
que hoy ocupa una entidad financiera. Esa casa fue escenario del manifiesto que
lanzó a Arequipa el arquitecto Belaúnde Terry en 1962, con motivo de las
elecciones generales de ese año que acabó con un golpe militar y la
convocatoria a nuevas elecciones en 1963.
Desde allí Belaúnde se dirigió a sus partidarios
y al pueblo de Arequipa para que fiel a su tradición revolucionaria hiciera
respetar el voto popular. Fue entonces que los partidarios del arquitecto
levantaron barricadas en ambos extremos de la primera cuadra de la calle La
Merced. Aquellas horas decisivas en el futuro político de Belaúnde, lo fueron
también para el país.
En la misma cuadra, bajando a mano izquierda,
está la casa de Bustamante y Benavides. Según los estudiosos Alejandro Málaga
Medina y Eusebio Quiroz Paz Soldán, fue construida en el siglo XVIII. Aunque
ambos autores distinguen dos etapas en la construcción de la casona. Antes de
1740 fue la construcción primitiva a cargo del capitán Juan de Arango y después
de ese año su nuevo propietario Jerónimo Gómez Trigoso fue quien hizo construir
las primeras bóvedas de las habitaciones del primer patio y de las que dan a la
calle. Este, a su vez, vendió la propiedad, el 13 de agosto de 1759, al Maestre
de Campo Domingo de Bustamante y Benavides, tronco de los Bustamante Barreda,
Bustamante y Rivero y Bustamante de la Fuente.
Este personaje dieciochesco nació en Arequipa y
fue alcalde de la ciudad en 1746 y 1747. Para hacer las rejas que coloca en las
ventanas utiliza hierro importado de Vizcaya, España. La casa fue
posteriormente comprada en 1835, por Josefa Gómez de la Torre de Cerdeña,
esposa del general Blas Cerdeña. Luego en 1853 fue adquirida por Petronila
Zumarán de Pereyra junto con su yerno Luis Gómez de la Torre. Al final, éste
último se quedó con la casona que actualmente ocupa el museo de la Universidad
Católica de Santa María.
En la segunda cuadra está ubicada la casa del
que fue obispo de Arequipa y también arzobispo de Lima, José Sebastian de
Goyeneche y Barreda. Es una magnífica construcción de sillar con entrada o
zaguán; en el primer patio se encuentra una hermosa pileta y alrededor están
distribuidas las habitaciones, como era el diseño propio de la época colonial;
las habitaciones son amplias y los techos de bóveda; el segundo patio luce un
magnífico jardín. Un segundo nivel de la casona mirando hacia la calle La
Merced, muestra en su fachada un símbolo religioso del obispo Goyeneche.
En la misma acera, más abajo, está la casa del
corregidor Francisco Abril y Maldonado, que hoy pertenece a la Universidad
Católica de Santa María. Ha sido muy bien restaurada y perteneció en el siglo
XVIII a Francisco Abril y Maldonado, viejo castellano que ejerció dos veces la
Alcaldía de Arequipa, en 1737 y 1755. Dos de sus hijas casaron con Antonio
Sánchez Corbacho, abogado de la Real Audiencia de Lima y alcalde de Arequipa en
1792. Su hijo fue el prócer de la independencia nacional José María Corbacho y
Abril.
Tal como Antonio Sánchez Corbacho declara en su
testamento de 1796, fue propietario de la casa que hoy ocupa la sede local de
la Universidad Tecnológica del Perú en la calle La Merced 209, contigua a la de
su suegro. Fue construida con bienes de su primera esposa Ventura Abril y
Olazábal.
Sin embargo, es necesario distinguir dos momentos en la historia de la
casa. Uno correspondiente al siglo XVIII en que fue construida originalmente.
Allí nació el prócer José María Corbacho y Abril, en 1785. Y una segunda etapa
correspondiente a comienzos del siglo XX, en que fue rehecha la estructura de
la casona, incorporándole un segundo nivel con balcones interiores y
habitaciones que en los arcos de las mamparas hacia el exterior de la calle La
Merced lucen el holograma de la familia Cornejo Iriarte.
El nuevo diseño, sin embargo, conserva la misma distribución de las
habitaciones: el zaguán, un primer patio donde destacan los mosaicos del piso y
un corredor que conduce a lo que fueron los jardines interiores de la casona,
con una pileta ornamental y faroles antiguos que llevan el escudo de la
República peruana.
Los
continuos terremotos en Arequipa, debieron dañar su estructura de origen
colonial. De hecho, el frontis de la casa exhibe hoy una fachada que
corresponde a la época republicana, al igual que las dos habitaciones
laterales, a la entrada del inmueble, donde fueron utilizados rieles para darle
mayor solidez a los techos planos.
Cabe
destacar que los rieles en las construcciones comenzaron a utilizarse después
del terremoto de 1868. Y fue a raíz de la construcción del ferrocarril del sur
que recién en 1870 se pudo disponer de ese material.
Sin
embargo, las habitaciones del interior de la casona, en el primer patio,
conservan la típica bóveda colonial. Es posible que hayan sido restauradas como
consecuencia de los últimos terremotos en Arequipa de 1958 y 1960; las mismas
que se encuentran exornadas polícromamente, de acuerdo a las costumbres de la
época.
Luego
la casona pasó a los herederos de la familia Corbacho y a fines del siglo XIX
fue adquirida por el señor Francisco Cornejo. Su hijo, Gerardo Alberto Cornejo
Iriarte, que había estudiado arquitectura en Francia, fue el encargado de
realizar el nuevo diseño de la casa. Se trató de un personaje fascinante, de
una gran creatividad, que unió a su gran talento una fuerza de espíritu
inquebrantable, que lo llevó a realizar las más importantes obras de la ciudad
de Arequipa. Vivió en la casa que él
construyó y ganó un premio internacional en París, en 1911. Fue un gran devoto
de la Virgen de las Mercedes que se venera en la Iglesia de la Merced.
Por esa calle también circuló el tranvía eléctrico que iba con dirección
a Tingo. Otras familias que vivieron en la calle La Merced fueron los Zenteno
Corrales y Ramírez del Villar.
Una calle que incluso hoy mantiene la vitalidad
de otros tiempos, por el capital privado invertido en la restauración de las
casonas para el uso y funcionamiento de bancos, financieras, universidades y
hasta el reconocido Jockey Club. Una calle para apreciarla con calma y así
encontrar a cada paso un poco de la historia de nuestra ciudad.
FUENTES:
Mario Rommel ARCE ESPINOZA. “Arequipeños que
hicieron historia”. UCSM, 2008.
Eleuterio ALARCÓN BEJARANO. “Orden de Nuestra
Señora de la Merced” (Síntesis Histórica). Arequipa – Perú, 1990.
Manuel J. BUSTAMANTE DE LA FUENTE. “Mis
Ascendientes”. Edición privada, 1955.
Santiago MARTÍNEZ. “Alcaldes de Arequipa”.
Arequipa, 1º de febrero de 1946.
José Carlos MESTAS. “La Casa de Bustamante y
Benavides”. En: Suplemento Especial II. “Las Casonas de Arequipa”. Diario
“Arequipa al Día”, 15 de agosto de 1997.
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