En este viaje nos desplazaremos a Arequipa y visitaremos esta preciosa ciudad colonial de la mano de un nuevo amigo: Partiremos al Cañón de Colca y seremos testigos de un espectáculo irrepetible.
DÍA 4: AREQUIPA
Habíamos pasado una noche dispar en el bus nocturno, unos mejor que otros. Amaneció y nos sirvieron el desayuno.
Eran cerca de las 8 cuando llegábamos a la ciudad blanca: Arequipa.
Allí, Leónidas, el tío de Gustavo que era taxista, nos estaba esperando para llevarnos al hotel. Nos dijeron que los taxistas no eran muy de fiar y por eso enviaba a su tío, y sufrimos de nuevo estrecheces en un coche peruano, ya empezaba a ser algo habitual. ¿Alguna vez han tenido un taxista, escritor, poeta y filósofo? Pues eso es lo que es Leónidas. Nos contó que tiene varios libros escritos, novela y ensayo y también poesía, y nos recitó uno de sus poemas, con tanto sentimiento y desgarro que nos emocionamos y rompimos a aplaudir, y eso que no cabía ni una mosca en el coche. Es uno de esos momentos para recordar y para contar.
Tan emocionado iba que se pasó de largo el hospedaje, el dueño salió corriendo al vernos, pero ya se había pasado, así que tuvimos que dar alguna vuelta de más y nos dejó en La Posada del Kuraka, sanos, salvos y maravillados con Leónidas.
Nos dieron tres de las habitaciones de la planta alta, sencillas pero limpias y nos subimos a ver la terraza de la azotea, a descansar y a planificar la mañana mientras nos preparaban nuestro primer mate de coca. Ahí estuvimos un buen rato, viendo los tres volcanes: el Misti, el Picchu Picchu y el Chachani. Nos dimos una ducha y a patear la ciudad.
Nos decidimos por caminar hasta Yanahuara, un barrio periférico. Cruzamos el Puente Grau y compramos varios periódicos con la noticia del terremoto de ayer. A la izquierda, cruzando el puente está la Recoleta, un monasterio franciscano que alberga una fabulosa biblioteca, 4 preciosos claustros y un museo con salas del Amazonas, objetos indígenas, animales disecados, etc. La entrada son S/. 10.00
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Monasterio de La Recoleta |
La biblioteca la abren un cuarto de hora cada hora y es una auténtica joya, merece la pena detenerse en este lugar sólo para ver su colección de libros.
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Las joyas de la Biblioteca de La Recoleta |
De aquí nos dirigimos hacia Yanahuara, un barrio con callejuelas empinadas, muy pintoresco, con un mirador con vistas a los volcanes y a la ciudad.
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El Misti |
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Callejuelas de Arequipa con los nevados como telón de fondo |
En esta zona esta un restaurante que nos habían recomendado: La Nueva Palomino
Todo un acierto. Comida típica de la zona, muy bien presentada y cantidades correctas. El menú fue:
- Queso Frito
- Ocopa a lo Antaño
- Lechón al horno
- Triple (rocotos rellenos, pastel de patata y lechón al horno)
Y el postre es… delicioso:
Un lugar muy recomendable, con un personal muy amable y una comida muy rica.
Regresamos a descansar al hotel, pues a las 15 h. habíamos quedado con Gustavo que nos iba a enseñar su ciudad. Y aquí empezó una tarde maratoniana.
Gustavo resulta ser un chico muy amable y cariñoso, que se mostró encantado de acompañarnos y enseñarnos su increíble ciudad. Comenzaríamos por el centro, muy cerquita del hostal. Las calles, casas coloniales y plazas de Arequipa son preciosas. Todo en sillar blanco de origen volcánico.
Hay varias versiones de porqué se conoce Arequipa como la ciudad blanca, una es por este sillar, pero Gustavo nos contó que Arequipa ya era conocida como la ciudad blanca mucho antes de que fuera blanca, ya que antes estaba pintada de brillantes colores que ha ido perdiendo con el paso de los años y fruto de los terremotos, así que su teoría explica que era porque la mayoría de los habitantes de la ciudad eran de raza blanca.
En la Plaza de las Armas merece la pena demorarse un rato contemplando su hermosura, las historias de Gustavo, que ha trabajado en turismo, nos dejaron ensimismados, es un gran narrador. Nos presentó al Tuturutu, los nombres de los portales de granito, la historia del reloj de la catedral y su agujero de bala, el tiempo volaba escuchándole.
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Plaza de Armas de Arequipa |
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Catedral y el Tuturutu |
Arequipa posee grandes joyas de arquitectura colonial, entre ellas la preciosa Casa Tristan del Pozo, ahora sede del BBVA, a la que se puede acceder por su puerta ricamente labrada hasta su patio interior.
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Majestuosa portada de la Casa de Tristán del Pozo |
Nos adentramos en la iglesia de la Compañía que esconde una maravilla: la cúpula (4 s/.) profusamente decorada con motivos florales, pájaros y aves del paraíso y motivos religiosos. Resulta que toda la iglesia estaba así decorada, ahora el sillar está desnudo y solo podemos ver cómo era la iglesia originalmente aquí.
Salimos al claustro, una zona de relax y de recreo y nos fuimos a una agencia cercana al Monasterio de Santa Catalina para reservar varias cosas. Tan ensimismados estábamos que no nos dimos cuenta de la hora… de repente alerté a Gustavo que sobresaltado vio que en 10 minutos nos cerraban el Museo de los Santuarios Andinos que alberga a la momia Juanita. Dejamos a la responsable de la agencia con la palabra en la boca, con la promesa de volver un poco más tarde y echamos a correr por las calles de la ciudad.
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Corriendo por las calles de Arequipa |
Cuando llegamos ya nos habían cerrado y ya me estaba dando la vuelta desolada cuando veo a Gustavo llamando y hablando con un guardia. Increíblemente nos abren y nos dejan pasar (80 s/.)
El museo gira en torno a la momia Juanita, encontrada casi intacta en el nevado Ampato. La guía que nos acompaña era muy didáctica, explicaba muy bien e hizo la visita muy amena. Tienes que hacer la visita obligatoriamente con un guía son voluntarios y les das lo que consideras oportuno.
La historia de Juanita me pareció apasionante, me parece una visita muy recomendable, pues el museo está muy bien, a lo mejor ayudó el hecho de verlo en absoluta soledad y casi a oscuras ya que sus puertas estaban cerradas.
Volvimos a la agencia y reservamos:
- Excursión al Colca de 2 días y 1 noche (100 s/. por persona), incluye alojamiento y transporte.
- Transporte Chivay – Puno con la empresa Turismo Sillustani (40$) la ventaja con 4M Express que es otra compañía que lo hace es que te lleva a tu alojamiento
- Avión Cuzco – Lima (unos 150$). Habíamos oído que salía mejor reservarlo directamente en el país, pero no ha sido así, nos ha salido igual de caro o más y además casi ya no teníamos plazas.
De nuevo con la hora pisándonos los talones entramos al Monasterio de Santa Catalina (35 s/. por persona) en la visita nocturna que hay martes y jueves. Si quieres puedes ir con una guía que son 5 s/. por persona. He de decir que esta visita nocturna es muy especial.
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Visita nocturna al Monasterio de Santa Catalina |
Gustavo, que ha estado en otras ocasiones de día, nos dijo que le gustó mucho el ambiente mágico de la noche. La iluminación de las calles es mística y las celdas no tienen una decoración que merezca tanto la pena como para que se necesite mucha luz. Fue todo un acierto dejar la visita al Monasterio para la noche.
Esa noche cenaríamos en el Zigzag en la C/ Zela 210 – Cercado, cerca de nuestro hotel. La carne a la piedra estaba realmente rica, probamos un surtido de varias carnes, entre ellas la de alpaca, acompañadas con papas preparadas de diferentes formas.
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Tres carnes a la piedra: alpaca, res y cerdo |
En la puerta nos despedíamos de Gustavo, agradeciéndole la tarde que pasamos en su compañía descubriendo una ciudad fascinante.
DÍA 5: CAÑÓN DE COLCA
Amanecíamos en la Posada del Kuraka y su encargado estaba comprándonos el desayuno que le habíamos pedido el día anterior.
Habíamos quedado en que pasarían a buscarnos a las 8 horas y llegaron con 40 minutos de retraso, este sería el primero de varios incidentes que tendríamos con esta empresa turística, de la que no sabemos ni el nombre para no recomendarla. No obstante, tendríamos una agradable y amena conversación con el responsable del hotel, en general toda la familia fue muy amable con nosotros.
Se presentó el que sería nuestro guía estos dos días, Marcelo y nos subimos en una furgoneta con turistas franceses, belgas, peruanos… y pusimos rumbo a Chivay haciendo alguna por el camino para ir acostumbrándonos a la altura.
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A casi 5.000 metros sobre el nivel del mar, la altura se deja sentir |
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Llamas, alpacas, guanacos y vicuñas, son los camélidos domesticados y salvajes que habitan estos parajes |
De momento, todos nos encontrábamos bien, aún así, tomamos caramelos y mate de coca cuando teníamos la oportunidad.
Antes de llegar a Chivay hay que pagar una tasa de entrada al Cañón de Colca, que hace unos pocos meses la han subido a 70 s/. para turistas extranjeros, todo un abuso.
Era alrededor del mediodía cuando llegábamos a este pequeño pueblo que está a 3.700 metros de altitud y es lugar de pernoctación para los visitantes del Colca. Aquí se produce el segundo incidente con Marcelo, cuando nos paró en un hotel restaurante y nos dijo que comiéramos allí.
Nosotros que no nos gustan ni las imposiciones ni los menús turísticos nos marchamos calle arriba, cuando él y el responsable del restaurante nos siguieron y nos dijeron que comiéramos allí, que alrededor no había nada, que teníamos las mochilas en la furgoneta… además nos rebajaron el precio del menú y no muy conformes dimos la vuelta y nos sentamos a comer allí, una comida bastante insulsa.
Cuando terminamos, Marcelo nos dijo que cogiéramos las mochilas del transporte porque nuestro hotel estaba a la vuelta de la esquina: -Vamos hombre!!! - las palabras que salieron de nuestra boca no fueron estas exactamente, pero me tengo que autocensurar - ¿¿¿Nos obligas a comer aquí y ahora nos dejas en el hotel que está a 1 minuto???
Marcelo se ofendió y cogió las mochilas bruscamente, le intentamos explicar que nos podía haber dejado en el hotel y ya nosotros nos habríamos buscado la vida para comer ya que habíamos mostrado explícitamente que no queríamos comer allí. Mal que bien volvimos a un tono educado y nos explicó que por la tarde si queríamos (recalcaba lo de “si queríamos” con retintín) podíamos ir a unas termas y que por la noche si queríamos podíamos ir a un espectáculo folklórico con cena. Bueno, pues era lo que nos faltaba por oír, ¿encima con chulería? Le dimos las gracias y mañana nos veríamos.
Y así comenzábamos nuestra tarde en el pequeño pueblecito de Chivay, que dedicaríamos a pasear y a acostumbrarnos a la altitud. Nos acomodamos en Los Portales donde habíamos solicitado habitaciones con calefacción que resultaron ser estufas, nos echamos una siestecita y al atardecer nos fuimos a ver unas chulpas que hay a las afueras del pueblo, para caminar un poquito por la zona.
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Atardecer en el Colca |
Ya de noche, dimos un paseo por la animada calle comercial y por el mercado que ya cerraba y nos tomamos en la plaza unas pizzas, muy ricas por cierto, para cenar, esta noche sin alcohol que no está recomendado en altitud.
Antes de retirarnos a descansar, llamamos al Hotel El Manzano de Puno para reservar las habitaciones del día siguiente, les enviamos un mail y ahora sí, nos dispusimos a dormir aplastados bajo las pesadas mantas de Los Portales.
DÍA 6: EL VUELO DEL CÓNDOR
Ese día tocaba madrugar, pues teníamos que llegar a la Cruz del Cóndor, hasta donde hay un trecho (y aun no lo sabíamos pero más largo sería el regreso).
Desayunamos bien en el hotel y a las 6:20 nuestro amigo Marcelo nos pasa a buscar. Hacía bastante frío.
En el camino pasamos por varios pueblos donde no nos detuvimos: Yanke, Alhoma, Maca… nos gustaría haber parado, pero mira, no hubo suerte. Eso sí, el paisaje, que no dependía de la agencia por suerte para nosotros, cada vez se hacía más y más impresionante y así, por un camino ascendente y accidentado llegamos a las LAGUNAS MISTERIOSAS, con vistas a las terrazas y las lagunas que según se cuenta de ellas cambian de color según la hora.
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Las Lagunas Misteriosas |
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Paisajes del Colca |
Y aquí fue nuestro fin de trayecto… y el tercer incidente del tour al Colca: nuestra furgoneta se murió y ahí nos quedamos los 12 ó 14 pasajeros con caras de sorpresa, de angustia y de cabreo.
Concretamente, yo en ese momento me angustié, me daba todo igual, solo quería llegar a la Cruz del Cóndor y poder ver el vuelo de las majestuosas aves, que era para lo que estábamos allí, para lo que habíamos viajado desde España y sólo teníamos ese día para hacerlo.
Afortunadamente, estábamos en un mirador y pronto paró un autobús de alemanes. Marcelo pidió el favor de que nos dejaran subir a los que cupiéramos y le tenemos que agradecer, que al ser un grupo de seis insistió en que subiéramos los primeros.
Prácticamente pudimos acceder todos y así, en un autobús de lujo, por fin llegamos a la Cruz del Cóndor.
Elegimos para empezar el mirador de más abajo y aun no llevábamos ni cinco minutos cuando un joven cóndor hizo su aparición, giró la cabeza durante su vuelo y nos miró directamente a la cara. Fue un momento de gran emoción, habíamos cumplido nuestro fin. Al poco rato, comenzamos a ver más y más cóndores, bailando con las corrientes de aire caliente que los hacen ascender y descender, planeando suavemente con el majestuoso cañón de Colca como telón de fondo. Nos quedamos hipnotizados viéndolos planear, ligeros como el propio viento, silenciosos y transmitiendo una gran paz.
Cuando despertamos de este sueño decidimos subir al mirador principal que hay en lo alto, aunque ya nos dábamos por satisfechos con el espectáculo. Aquí las vistas aun son mejores y de nuevo las gigantescas aves comenzaron su magnífico vuelo, deslizándose sobre nuestras cabezas o pasando cerca de nuestros pies. Ya no eran 4 ó 5 ejemplares sino 8 y 9, en un momento dado contamos hasta 12 volando simultáneamente, recortando las montañas, haciéndonos burla desde lo alto.
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La Fuerza Aérea del Perú |
Y nosotros no podíamos dejar de mirarlos, todo el mundo estábamos en silencio, respetando su momento hasta que un joven se vino a posar a un par de metros de donde estábamos sentados, ahí nadie pudo evitar soltar una exclamación de asombro. Y ahí se quedó acicalándose el plumaje y mirándonos con indiferencia. No pudimos pedir más, nuestra experiencia fue completa.
Habíamos quedado en encontrarnos por allí con Marcelo, lo vimos pero aun tardamos un rato en salir, lo que aprovechamos para comernos un sándwich que nos prepara una señora del lugar.
El guía había localizado un transporte para llevarnos hasta Chivay, este transporte era el autobús que hace el servicio regular y al que subió un montón de gente, iba atestado de turistas y lugareños y no todos pudimos encontrar asiento, así que algunos de nosotros viajaron de pie casi todo el trayecto. Bajar en este autobús, por caminos rodeados de precipicios, repleto de gente que se me sentaban en el brazo porque se cansaban, con un calor asfixiante, con todos los forros polares puestos y las ventanas cerradas a cal y canto… no fue un viaje cómodo, no nos vamos a engañar.
A mitad de viaje, el chico que cobraba los billetes nos los pidió y uno a uno lo fuimos mandando a hablar con el Sr. Marcelo, al final el pobre ya se contestaba el solo – El Sr. Marcelo, ¿no? – nos decía si nos veía que comenzábamos a señalar hacia atrás.
Se mi hizo el rato eterno a pesar de que no duraría más de dos horas, aunque lo pasé charlando con mi compañero de viaje, un francés que viajaba con su esposa y su hijo y que nos los iríamos encontrando días después en diferentes ciudades y lugares.
Por fin llegaríamos a Chivay y de allí a comer a Los Portales, esta vez no protestamos y nos quedamos allí conformados. El buffet era un poco más completo que el del día anterior y de mejor calidad.
Después de comer, fuimos un ratito al mercado haciendo tiempo hasta que saliera nuestra furgoneta hasta Puno desde la oficina de Turismo Sillustani, al lado de la Plaza de Armas, donde había mucho ambiente y gente vestida a la manera tradicional de la zona.